Publicado en el diario Las Provincias. Domingo, 1 noviembre 2009.
Construir salud (II)
Carlos Barrios. Catedrático Acreditado de Cirugía Ortopédica. Universitat de València.
Visitaba hace unos días la ciudad de Morella, un enclave con tradición en la historia de nuestra comunidad autónoma. Colgando de la fachada de la antigua iglesia de San Miguel, bien restaurada hace pocos años, me sorprendió el rótulo con la imagen corporativa de los centros dependientes de la Conselleria de Sanitat. En el lado derecho del panel -en letras «azul salud»- se podía leer: «Infraestructuras Sanitarias de la GVA, Centro de Salud de Morella, Reparación de las Cubiertas, Recuperación Frescos de la Bóveda. Presupuesto 636.624 euros». A la derecha del mosaico de pequeñas fotografías de trabajadores de la salud con el que se representa el mapa de la Comunidad Valenciana aparecía el desafortunado lema «construyendo salud». Al parecer, gracias a la no despreciable inversión de un poco más de 100 millones de las antiguas pesetas, se ha podido «construir salud» recuperando cubiertas y frescos de bóvedas históricas.
No quiero entrar a valorar -por falta de criterio en temas de patrimonio artístico- si un edificio de las características de la antigua iglesia de San Miguel es el lugar más apropiado para «construir salud» corporal de los muy respetables ciudadanos de Morella. Digo corporal porque, al parecer, ese edificio ya no reúne condiciones para administrar salud espiritual a los vecinos, o, quizá, porque ese tipo de salud ya no sea necesaria en la Morella de hoy, aunque sí lo fuera antaño. Lo cierto es que, para mi sorpresa, descubrí que la Agència Valenciana de Salut ha habilitado allí -en una iglesia- un magnífico centro se salud. Mi ignorancia no ha sabido descubrir hasta ahora las implicaciones que, también en materia de recuperación de patrimonio artístico, despliega el programa «construyendo salud». Mi más sincera enhorabuena a sus responsables por lo acertado del lema para describir este tipo de actuaciones artístico-arquitectónicas.
Insisto, no obstante, en que para los que somos profesionales de la salud, el concepto «construir salud» tiene muy poco de arquitectónico y mucho de mejora de la salud, en términos reales, físicos. Muchos de mis colegas piensan que lo que esperan de nosotros los ciudadanos cuando se encuentran en vías de perder la salud es conocimientos y medios técnicos de vanguardia que les garanticen al máximo las posibilidades de curación. Nuestros enfermos nos exigen -y hacen bien- capacitación profesional de alto nivel y bien actualizada, fiabilidad diagnóstica y aplicación de planes terapéuticos eficaces.
Probablemente, en circunstancias de enfermedad no le preocupe mucho al ciudadano la recuperación de los frescos de la bóveda, o que el último hospital inaugurado en la Comunidad Valenciana sea tan singular y avanzado -arquitectónicamente- que su entrada parezca la de un centro comercial o un hotel. Estos fueron los comentarios que trasmitieron los medios de comunicación los días en torno a la inauguración del Hospital de Mislata hace unos meses. No se habló entonces -quizá no es lo que preocupa al ciudadano- de qué ventajas reales aportaba, desde el punto de vista estrictamente de salud a los «usuarios» de la zona de influencia del nuevo hospital.
¿Saben los ciudadanos que tras varios meses de apertura algunas especialidades no pueden ser atendidas en ese centro? ¿Saben los ciudadanos que, si tienen la desgracia de padecer un problema de columna vertebral, por ejemplo, que requiera tratamiento quirúrgico, el nuevo hospital no se lo puede ofrecer porque no dispone de especialistas en esas materias? ¿Continúa conformándose el ciudadano con que le sigan «construyendo salud» sólo desde la perspectiva arquitectónica?
¡No perdamos el hilo! De los nuevos «templos» de la salud -de su titularidad y de su gestión- me ocuparé otro día. Ahora, llenémonos de sana envidia de los vecinos de Morella, que pueden beneficiarse de los innegables efectos terapéuticos que supone el poder contemplar extasiadamente unos magníficos frescos medievales o renacentistas. Al menos, el consumo de ansiolíticos -los fármacos más vendidos- podrá disminuir drásticamente, y eso sí es «construir salud».