¿HA IGNORADO LA CIENCIA LA CORTE SUPREMA DE ESTADOS UNIDOS?

¿HA IGNORADO LA CIENCIA LA CORTE SUPREMA DE ESTADOS UNIDOS?

Luis Franco. Académico de Número de la Real Academia de Ciencias de España. Académico de Número de la Real Academia de Medicina de Valencia.

«El pasado 24 de junio, la Corte Suprema de Estados Unidos revocó la sentencia Roe vs. Wade, que había establecido en 1973 que existía un derecho constitucional al aborto, y que se ha utilizado desde entonces por los grupos pro-abortistas para ampliar las circunstancias en las que el aborto no solo fuera legal, sino también un derecho de las mujeres.

¿Cuál es la razón por la que este artículo lleva un título entre interrogantes? El pasado 16 de mayo, la prestigiosa revista Science publicó un artículo editorial titulado “La Corte ignora la ciencia”. El artículo, firmado por la Dra. Diana G. Foster, sostenía que la Corte Suprema de Estados Unidos ignoraría la ciencia si, finalmente, revocara Roe vs. Wade. La Dra. Foster basaba su pretensión en los resultados del Turnaway Study, un estudio encaminado a estudiar los efectos de un embarazo no deseado en las mujeres, y que había sido dirigido por ella misma. Una de las conclusiones del estudio era que «la inmensa mayoría de las mujeres ‒más del 95%‒ sentían en todo momento, a lo largo de los 5 años posteriores, que abortar había sido la decisión correcta». Esas cifras se difundieron ampliamente en los medios de comunicación y se usaron por los lobbies pro-abortistas para apoyar sus campañas. En una entrevista de prensa, la Dra. Foster declaró que «la ciencia claramente muestra que el aborto es increíblemente común y que es importante para que las mujeres lleven una vida plena». Sobre esa base, el principal argumento del artículo editorial de Science era que la Corte Suprema no podía descartar la evidencia científica.

Sin embargo, es preciso examinar los detalles del Turnaway Study para comprobar la validez científica de sus pretensiones. El estudio se inició en 2007 en la Universidad de California en San Francisco, que recibió 88 millones de dólares de la Fundación de Warren Buffett para investigar sobre el derecho al aborto.

El estudio tenía serios defectos que permiten dudar sobre su validez científica. Las 1132 mujeres participantes en el estudio se reclutaron entre las 3054 clientas de clínicas abortistas a las que se ofreció la posibilidad de participar, y el estudio se llevó a cabo por entrevistas telefónicas a lo largo de 5 años. Pero, de hecho, solo 956 iniciaron las entrevistas, y solo 516 mujeres participaron hasta el final del estudio. Y en varios de los artículos que describen las conclusiones del estudio solo se recogen las respuestas de menos de 200 mujeres. Evidentemente, estas cifras ponen de manifiesto que el tamaño muestral es muy bajo para obtener conclusiones estadísticamente significativas y aún más bajo para hablar de “una inmensa mayoría de las mujeres”.

El Turnaway Study se puede criticar también en otros aspectos. Compara las respuestas de mujeres a las que se denegó el aborto por haber expirado el límite gestacional exigido, con las de mujeres a las que se practicó el aborto estando próximo ese límite, y con las de mujeres que abortaron durante el primer trimestre de su embarazo. Pero, de hecho, no existe un auténtico grupo de control.

Además, hay otros errores en el Turnaway Study. Por ejemplo, las preguntas telefónicas realizadas son cuestionables, por ejemplo, para que cada mujer se autodiagnostique un estado de depresión o ansiedad.

Y, finalmente, hay interpretaciones subjetivas de las respuestas dadas por las mujeres entrevistadas. Para poner un único ejemplo, a algunas mujeres se les ofreció ver imágenes de una ecografía antes de someterse al aborto y 212 aceptaron. Según sus respuestas, 49 mujeres quedaron “tristes o deprimidas”, 30 se sintieron “culpables” y 29 “infelices o mal”. Las respuestas de estas 108 mujeres se clasificaron como negativas. Por el contrario, 48 mujeres se agruparon como manifestando respuestas positivas: 22 dijeron que se habían sentido “felices o emocionadas”, 15 “reconfortadas” y 11 se sintieron “bien”. 77 mujeres contestaron “no haber sentido nada” o “haberse sentido bien”, y se clasificaron como el grupo neutro. Sorprendentemente, cuando describen estos resultados, los autores del estudio afirman en el resumen del artículo correspondiente que «las emociones neutras son las mencionadas más frecuentemente, seguidas por las emociones negativas y luego por las emociones positivas». Para explicar las diferencias entre los resultados numéricos y la frase incluida en el resumen, en una nota a pie de página se dice que «puesto que “culpable” puede considerarse como una emoción positiva y “reconfortada” como neutra, las hemos excluido de este análisis». Más aún, no se menciona explícitamente cuántas de las mujeres que manifiestan sentimientos positivos pertenecen al grupo de las que se sometieron a un aborto en el primer trimestre del embarazo, y esta es una cuestión capital, porque, como se menciona en el más reciente artículo de revisión sobre la materia, «el temprano primer trimestre continúa siendo en parte una ‘caja negra’ a causa del tamaño limitado del embrión en desarrollo». Una imagen difusa solo puede producir sentimientos neutros.

En el presente contexto hay que considerar dos cosas. Por una parte, la Corte Suprema de Estados Unidos no estaba juzgando sobre los aspectos científicos de la interrupción del embarazo, sino solamente sobre la constitucionalidad de Roe vs. Wade. Por otro lado, la ciencia es una materia lo suficientemente seria como para que no deba ser evocada para justificar posturas ideologizadas, y menos aun cuando los datos científicos no son sólidos.»

* Las opiniones vertidas en el presente artículo no corresponden necesariamente a las de las Instituciones a las que el autor pertenece.