¡HÁGASE EL CLIMA!

¡HÁGASE EL CLIMA!

Artículo de opinión publicado el 1 de marzo de 2020 en el diario Las Provincias por Carmelo Pardinas, abogado.

Sorprende el giro que ha dado el asunto del llamado “cambio climático”. He parafraseado en el título de este artículo no sólo las primeras palabras de Dios en la Creación, “¡Hágase la luz!”, sino su tono, pues, por lo que parece, los hombres hemos decidido ocupar el puesto de Dios en este tema.

Creo que es grande la manipulación que se está dando. Un foro como éste, universal en su ámbito y estelar en lo mediático, no va a dejar de ser aprovechado por la clase política para atraer a todos a sus ideas y sus personas. Porque el valor publicitario de una tribuna como esta es incalculable y puede ser capitalizado en objetivos ajenos al cambio climático, sea este lo que entiendan que sea, pues no han sabido o no han querido explicárnoslo con claridad.

La Tierra está preparada para asumir nuestro uso e incluso gran parte de nuestros abusos. Hay una palabra, actualmente muy utilizada en el ámbito comercial, que por sí sola sería capaz de solucionar el problema: sostenibilidad. Los bienes que poseemos entran en la categoría denominada en economía de bienes escasos, es decir, que precisan esfuerzo para asegurar su existencia y, antes o después, han de ser sustituídos por otros de idéntica función y naturaleza. Han de ser sotenibles para evitar su definitiva desaparición, con todo lo que ello comportaría.

La confusión mediática propiciada por los poderes públicos internacionales ha llevado a confundir, a nivel de calle, mal uso de nuestro medio natural y cambio climático. Los cambios climáticos se han producido en nuestro planeta desde su creación, muchos millones de años antes de que el hombre apareciera en él y seguirán produciéndose hasta que desaparezca, con o sin el Género Humano. La Tierra ha experimentado descomunales cambios con el clima como protagonista. Enormes desiertos de arena en los que nunca llueve, fueron hace muchos siglos océanos de abismales profundidades en los que pululaba la vida animal. Milenarios períodos glaciales convirtieron nuestro planeta en una superficie helada en la que prácticameante desapreció la vida. Inundaciones apocalípticas y sequías de siglos destruyeron poderosas civilaciones cuyos orígenes se perdían en el tiempo. Estos dramáticos cambios, que irremediablemente van a seguir produciéndose, tienen una periodicidad tan amplia que los humanos frecuentemente llegamos a olvidar e incluso a desconocer los hitos que los delimitan; es normal que los lapsos intermedios, que ocupan su mayor parte, no se perciban, pero sí los iniciales y conclusivos, evidentemente notorios. Acaso estemos asistiendo a los comienzos de uno de ellos, mas para nada dependen de nosotros.

Cosa diferente es que estos gobernantes que ahora corren a reunirse, más o menos alarmados, para salir en la foto, no se hayan preocupado de hacer bien sus deberes. Cegados por buscar a ultranza un progreso desmedido que incremntara su poder y su prestigio personal, no han sabido prever las consecuencias sobre el medio natural en que vivimos. Y precisamente para esa clase de previsiones hemos depositado en ellos nuestra confianza y les pagamos espléndidamente. Y cosa diferente sería también que en un supremo acto de demencia colectiva, la Humanidad se inmolara por motivos inimaginables; tenemos medios para ello y al menos una vez, que sepamos, ya estuvimos al borde del abismo.

De nuevo volvemos a considerarnos centro del Universo, siglos después de que Galileo demostrara que no somos el centro de nada. Nuestra falta de respeto hacia el planeta que nos cobija es importante porque no nos hemos preocupado de cuidarlo. Eso algo tiene que ver con el clima, sí, pero mucho menos de lo que nos quieren vender.