Artículo de opinión de Javier Plaza Penadés. Catedrático de Derecho Civil y Delegado de Protección de Datos (Univ. Valencia), publicado en el diario Las provincias el 16 de octubre de 2021.
«La crisis sanitaria del COVID-19 ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad que tiene la economía de la Comunitat Valenciana como consecuencia de asentar su desarrollo básicamente en el sector terciario, especialmente en servicios derivados del sector turístico.
A ello se une el hecho de que la Comunitat Valenciana se enfrenta en la actualidad a graves problemas, tales como la despoblación, especialmente en las zonas de interior, o el abandono en el campo, lo que merma gravemente un sector primario que tiene en la industria agroalimentaria uno de sus principales pilares económicos; siendo éste unos de los problemas que debería de abordarse a la mayor brevedad con acciones políticas y normativas que traten de paliar dicho problema.
Pero en esa fotografía de la economía de la Comunitat Valenciana, lo que llama poderosamente la atención es la evidente dejación que existe respeto del sector secundario, especialmente en los relativo al desarrollo industrial, pese a las posibilidades que tiene la Comunitat, ubicada logísticamente en el centro de las principales rutas comerciales y con una tradición industrial y emprendedora muy arraigada en casi todos los sectores productivos.
Es verdad que el empresario valenciano es capaz de desarrollar industrias de reconocido prestigio internacional, pero también es cierto que lo hace desde la iniciativa individual y sin ninguna ayuda o planificación por parte del sector público. Y, en ese sentido, sorprende que la Comunitat Valenciana sea una de las pocas comunidades autónomas que adolece de estudios significativos de “prospectiva” en material industrial, estudios cuya finalidad radica precisamente en analizar del sector industrial y detectar sus fortalezas y carencias, con el fin de potenciar las industrias ya existentes y generar nuevos sectores industriales de desarrollo, capaces de generar a su vez empleos cualificados y bien remunerados, los cuales resultan esenciales para atraer y asentar la población especialmente entre los jóvenes.
De hecho, la ciudadanía percibe esa dejación de la Comunidad Valenciana hacia su sector industrial con preocupación. Son muchos los valencianos que, ante la falta de empleo juvenil cualificado, nos hacemos la pregunta: ¿Qué producimos en la Comunitat y qué vamos a producir?
Pero además, el desarrollo industrial resulta esencial en estos momento en los que estamos ante el inicio de lo que se ha venido en llamar la “industria 4.0” o la “cuarta revolución industrial, revolución que consiste en combinar y aplicar a las técnicas avanzadas de producción industrial un conjunto de operaciones y procesos con tecnologías inteligentes que se integrarán en las organizaciones, las personas y los activos.
Esta revolución se caracteriza por la aparición y desarrollo de nuevas tecnologías, como la robótica, la analítica de datos, la inteligencia artificial, las tecnologías cognitivas, la nanotecnología o el internet de las cosas. Por ello, las industrias deben identificar las tecnologías que mejor satisfacen sus necesidades para invertir en ellas e implementarlas en todos sus procesos productivos. Si las empresas no comprenden los cambios, oportunidades y beneficios que trae consigo la “industria 4.0”, corren el riesgo de perder cuota de mercado o quedarse fuera de él.
En definitiva, la llamada “industria 4.0” o la “cuarta revolución industrial” hace referencia a una cuarta mega etapa de la evolución técnico-económica de la humanidad, que todavía no podemos dimensionar completamente pero que, debido a las implicaciones del desarrollo e implementación de la inteligencia artificial, supondrá una nueva manera de organizar los medios de producción. El objetivo último sería la creación de un gran número de «fábricas inteligentes» (en inglés: «smart factories») capaces de una mayor adaptabilidad a las necesidades y a los procesos de producción, así como a una asignación más eficiente de los recursos, abriendo con ello la vía a esa nueva revolución industrial o “industria 4.0”.
Por tanto, estamos ante un “ser o no ser” para la Comunidad Valencia, pues si no existe un sector industrial robusto y consolidado, no habrá una industria 4.0 fuerte, y los jóvenes deberán acudir a aquellos territorios donde sí exista este tipo de “smart factories” para poder acceder a un empleo cualificado. Por todo ello, debemos mirarnos al espejo de aquellas otras comunidades autónomas, como Navarra o Madrid, que sí cuentan con un “Plan Industrial” para su comunidad autónoma, anual o quinquenal, lo que además les va a permitir un mejor aprovechamiento de todo el conjunto de los fondos europeos, que se invertirán de forma óptima en “smart factories” y en empresas encargadas de desarrollar o implementar productos o servicios de inteligencia artificial, las cuales generarán a su vez mayor riqueza para ese territorio, con un evidente aumento de su PIB y, sobre todo, con un aumento estable y sostenido de la población por la existencia de empleos cualificados y de calidad. «