Alejandro Sabater
Voluntario de Compartiendo Ilusión
Alejandro estudia 3er curso de Arquitectura y es voluntario de Universitas. Empezó en Mejorando Juntos y cada Navidad se implicaba en el reparto de cestas a familias desfavorecidas del barrio de El Cabañal, en Valencia. Ahora está 100% implicado en relanzar Compartiendo Ilusión, en este caso, en la residencia que las Hermanitas de los Ancianos Desamparados tienen en la plaza de Santa Mónica. Por ahora son siete los voluntarios pero “no es significativo porque enseguida vamos a ser más”, afirma.
¿Qué hacéis en el Asilo?
Al llegar media hora antes de su horario de comida habitual, podemos darles conversación, sacarles alguna sonrisa con alguna broma y escucharles, que yo diría que es lo que más agradecen. Después, les damos de comer a los más inválidos. Ellos enseguida perciben el esfuerzo y el cariño con el que les dedicamos nuestro tiempo y se ponen muy contentos. Basta con ver sus caras. Y, por último, antes de irnos ayudamos a recoger a las monjas, que tanto trabajo tienen, y nos quedamos un rato jugando con ellos.
¿Por qué crees que es necesario acompañar a estas personas?
Es necesario porque les sacamos de alguna forma de la monotonía que puedan sentir. Muchos de ellos ya se conocen nuestros nombres y sonríen al vernos llegar, lo que nos enorgullece porque, de alguna forma, empiezan a sentir cierto aprecio hacia nosotros. Además, las monjas nos reciben siempre con alegría y generan un ambiente en el que es muy fácil sentirse cómodo.
¿Hacen falta ‘manos voluntarias’ para atender a las personas mayores?
Claro que sí. Y si las ‘manos voluntarias’ son jóvenes, mejor. Esto les ayuda a recordar cómo se desenvolvieron en su juventud y acciones pasadas de las que se sienten orgullosos.
¿Qué te enseñan?
Que una de las cosas que más llena de valor a la vida es el desprenderse de uno mismo para ayudar a los demás, en cualquier situación. Esta acción voluntaria no se queda ahí y ya está, sino que repercute en la vida de cada uno de nosotros, haciéndonos más sensibles a las necesidades de otros. Es decir, que afecta directamente en nuestras vidas cotidianas.
El voluntariado ¿es solo para universitarios y jubilados o crees que debería extenderse a cualquier momento de la vida, en la medida de lo posible?
Sin duda es muy importante que no se limiten este tipo de gestos a grupos de personas reducidos. Cualquier momento de la vida es válido para ayudar a la gente que más lo necesita, aunque conlleve sacrificar parte de nuestras horas, que muchas veces nos aprisionan y no nos permiten ver más allá de nuestro pequeño entorno.