Sembradores de vientos

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Publicado en el diario Las Provincias. Domingo, 6 febrero 2011.

Sembradores de vientos
Por Carmelo Paradinas. Abogado.

El compositor y ensayista uruguayo Aaronian afirma, con una gran dosis de sentido común, que lo primero que alguien que pretende formar a otros debe hacer es plantearse exactamente donde quiere ir o, mejor dicho, donde los quiere llevar. Antes de diseñar estrategias o planes y, por supuesto, mucho antes de adoptar medidas concretas.

El gobierno de nuestra nación se ha impuesto la tarea no sé si decir de formar o de formatear, como si se tratara del disco duro de un ordenador, a nuestros jóvenes, incluso invadiendo, en opinión de muchos, ámbitos formativos inveterada y universalmente reservados a los padres. Al margen de esta disquisición –no baladí, por supuesto-, quiero yo tratar de investigar aquí, como Aaronian propone, a dónde quiere llevar el gobierno esa formación.

Siendo las suyas medidas legales –o sea, impuestas por ley, no equivoquemos el término-, cabría decir que en sus exposiciones de motivos, cuando las haya, deberíamos buscar ese enfoque fundamental. Pero está históricamente comprobado que las exposiciones de motivos de los legisladores muchas veces obedecen, antes que a razones objetivas de bien común, a planteamientos preconcebidos de naturaleza ideológica, de partido político u otras más turbias. Incluso si los motivos de la ley son limpios y sinceros, puede haber un divorcio entre el fin perseguido y el camino adoptado, divorcio que se manifestará cuando su aplicación revele el error, a veces disparatado.

Por eso propongo recurrir a una suerte de predicción de futuro, nada descabellada si tenemos en cuenta que el conjunto de normas que aquí contemplamos es tan concreto, que esa predicción es casi obvia.

El capitalismo nos ha regalado una suculenta tarta que, como la manzana de la Bella Durmiente, resultó estar emponzoñada. “Consumid cuanto más, mejor –nos ha dicho-. Poned la meta de vuestra vida en rodearos de bienes materiales. ¡No os privéis de cuanto os apetezca!. Yo, el capitalismo, os voy a proporcionar los medios necesarios para ello y os conduciré al único paraíso a que podéis aspirar: El Estado del Bienestar.” Y a los jóvenes les ha trasmitido un mensaje acorde con esa sugerencia. “Preparaos bien, estudiad una carrera de futuro para que lleguéis a ser unos triunfadores. Así tendréis un status social preeminente, viviréis en una casa lujosa en la ciudad, contaréis con un precioso apartamento o chalet, conduciréis un coche de importación y podréis aspirar a casaros con un o una joven guapísimos que aporten al matrimonio más bienes que vosotros mismos”. Punto.

Pues bien, el gobierno español, con la formación que quiere imponer a nuestros jóvenes, pone la guinda envenenada a esa tarta del capitalismo.

Como si se tratara de un reglamento que desarrolle las propuestas capitalistas, les hace ofertas concretas sobre ese “no os privéis de cuanto os apetezca”: economizad el respeto a vuestros padres y superiores. Yo no permitiré que os corrijan severamente y si es preciso, las impondré órdenes de alejamiento e incluso serias sanciones. Bebed hasta perder el sentido. Os ofrezco nuestras calles y plazas para que, un par de noches por semana, lo hagáis libremente: yo no intervendré. Si os apetece, vivid promiscuamente, practicad el sexo como os venga en gana. Si vosotras quedáis embarazadas, os doy los medios para que abortéis con tanta facilidad como si se tratara de eliminar esos feos puntitos negros que os han salido en la cara con la pubertad. Y podréis casaros entre vosotros, con indiferencia de sexos y os garantizo los derechos que hasta ahora solamente han tenido los matrimonios convencionales. Y como os reconozco derecho al placer en sí mismo, sin que tengáis que pensar en la procreación y sus molestas consecuencias, os enseñaré técnicas de masturbación e incluso inventaré alguna nueva para vosotros.

Efectivamente, la predicción de futuro sobre una base tan precisa no es temeraria. Una juventud que coma con fruición esta guinda y la tarta a la que adorna y remata, necesariamente desembocará en una triste y lamentable madurez en la que abundarán los alcohólicos, los irrespetuosos con cualquier tipo de autoridad, los incapaces de dar y mantener su amor en un matrimonio, las mujeres que durante toda su vida, en las noches de insomnio, no podrán olvidar aquel hijo al que dieron muerte antes de nacer…

No hay duda de que esas serán las tempestades que se recogerán con los vientos que ahora nos están sembrando. Este es el punto exacto donde se dirigen las nuevas medidas que comentamos sobre nuestra juventud. Si no se ha sabido ver, es una gravísima irresponsabilidad. Si se ha sabido y se ha aceptado, una perversión.

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