TENDENCIAS

TENDENCIAS

Artículo de opinión publicado en el diario Las Provincias el 27 de enero de 2019 por Carmelo Paradinas, Abogado.

«En un pasado aun cercano, el mundo se movió dramáticamente a impulsos de grandes planteamientos sociales, económicos, raciales, religiosos, nacionalistas…; algunos eran ya antiguos, con raíces en la Industrialización, la Revolución Francesa o las pugnas religiosas; otros, más modernos y acaso, inicialmente, más ‘colaterales’, tuvieron su origen en la forma de entender las nacionalidades, las razas o, incluso, la situación geográfica. Al socaire de estos planteamientos, hicieron su aparición grandes personajes. La Historia se ha encargado de añadirles otros calificativos, pero que fueron grandes nadie puede discutirlo, pues, como el mitológico dios Atlas, fueron capaces de cargar con el mundo y, para bien o para mal, llevarlo de un lado para otro. Junto a estos grandes personajes, otros fueron necesarios para que la idea, buena  o  mala, saliera adelante. Y, por debajo de todos ellos, el principal protagonista, el pueblo, coautor de logros y responsable ineludible de fracasos e incluso atrocidades. Porque sin su soporte ninguno de esos grandes personajes habría prosperado. Con la figura conocida en derecho como contrato de adhesión, las personas aceptaban plenamente, ‘se adherían’, casi siempre a ciegas, las propuestas de un líder.

El panorama va cambiando. La persona gana fuerza frente al conjunto social. Ya no se limita a adherirse a las propuestas de un líder, sino que las tiene propias e incluso, de manera sutil, imperceptible, es él quien las impone y no solamente en parcelas tradicionales, sino en otras tan personales como la forma de vestir, peinarse, divertirse o comportarse en público. Incluso algunas tan íntimas que antes su sola mención se consideraba tabú, como la aceptacion de diversidad en las tendencias sexuales. Se han roto los moldes de anteriores panoramas. El mapa de la situación del individuo en ese contexto se hace mucho más complejo y se refiere a aspectos muy variados, inconexos e incluso opuestos entre sí. Alguien puede ser aceptado por la sociedad al mismo tiempo como buen padre de familia, de tendencia homosexual, izquierdista convencido y humanitario activista, incluso in pectore, hombre religioso.

Esta variedad de opciones personales era imposible de encajar en conceptos morales o polticos tradicionales. En realidad, es imposible de encajar en ningún lugar convencionalmente preestablecido.

Mi desconfianza hacia las coaliciones se debe al corrompido uso que se les suele dar en la actualidad, pero en el tema que nos ocupa, las coaliciones han sido eficaces para detectar aglutinantes naturales de esa gran diversidad personal, a los que hay que adjudicar los éxitos electorales de unos y los fracasos de otros, no a sus respectivas opciones de partido. Estos aglutinantes, estas tendencias son comunes a partidos políticos con propuestas similares y tienen naturaleza superficial, sin raíces sólidas, lo que acaba traduciéndose en rupturas internas. Pero, de momento, en las urnas, aseguran su victoria frente a propuestas sin el apoyo de esa afinidad, de esa comunidad de tendencias.

Tampoco es algo nuevo; la clásica antítesis ‘izquierdas – derechas’ funciona así. Sobre argumentos nuevos, sigue vigente, pero unos han sabido aprovecharlos y otros no. En la actualidad, la derecha española no existe. Está falsa y peligrosamente representada por partidos de centro que evitan comprometerse con los valores tradicionales de la verdadera derecha y se limitan a ser gestores económicos y, en menor medida, sociales. Han olvidado, o ni siquiera han llegado a conocer, sus naturales tendencias históricas: religiosidad, culto a la familia, patriotismo, orgullo y tradición histórica, elegancia, respeto a la vida de los que a ella se asoman o de ella se despiden. No son, ni de lejos, derecha.

La izquierda, por su parte, ha sido más fiel a sus valores –contravalores, dirían muchos–: positivismo,  materialismo, ateismo, y eso les ha hecho más oportunistas, más despabilados, más listos. Pero han cometido y siguen cometiendo el error de alejarse de la zona situada entre el corazón y la cabeza, que es donde reside la nobleza del ser humano. Y se enorgullece de sus logros (?) de cintura para abajo, en el ámbito del aborto, el suicidio bajo su forma de eutanasia, la igualdad de sexos, la homosexualidad, la promiscuidad… Esto pone las cosas fáciles para la izquierda y difíciles para la derecha, pues muy fácil es dejarse llevar por los instintos y difícil elevarse sobre ellos.

El equilibrio político de nuestro país necesita una recuperación de las tradicionales tendencias históricas de la derecha; necesita líderes, necesita bases comprometidas, necesita ideales. Los necesita para recuperar un equilibrio sin el cual no es posible avanzar;  ni siquiera mantenerse en pie.»