Publicado en el diario Las Provincias. Domingo, 9 agosto 2009
Educación y sociedad del conocimiento
Javier Plaza Penadés. Profesor de Derecho Civil. Universitat de València.
La revolución tecnológica y social que ha supuesto el acceso y utilización de las redes de comunicación, como internet, donde se estima que está accesible más del 90 por 100 de todo el saber o conocimiento humano obliga, necesariamente, a replantearse el modelo educativo actual, con el agravante de que el Estado español se caracteriza por la ausencia de un modelo educativo propio, ya que, por desgracia, no existe un gran pacto de Estado en educación, pacto que la sociedad moderna demanda cada vez con más insistencia y cuyo cometido sería asentar un desarrollo educativo que garantizase la calidad y la excelencia en los contenidos y métodos educativos sobre la base de una estabilidad normativa, de tal modo que el modelo educativo quedase al margen de los cambios políticos.
En definitiva, el modelo educativo español, como cualquier otro modelo educativo, debe aprovechar al máximo todas las potencialidades que actualmente ofrece la llamada «sociedad de la información», caracterizada por permitir el acceso a cualquier información ‘on demand’ (estos es, en el momento en que se desee y desde cualquier lugar con acceso a la red) con el fin de hacer un tránsito hacia la llamada «sociedad del conocimiento», que es aquella que sabe utilizar toda la información disponible, siendo capaz de obtener el máximo rendimiento de la misma.
Efectivamente, no basta sólo con tener acceso a toda la información y poder disponer de ella (sociedad de la información), sino que hace falta tener el suficiente criterio y nivel de conocimiento para saber qué información es correcta, y qué información es inexacta o no está actualizada. En ese sentido, resulta lamentable comprobar cómo se están elaborando algunos trabajos de estudiantes de Derecho que se han limitado simplemente a copiar páginas de internet y pegarlas en un documento de tratamiento de texto que presentan como propio, sin haber comprobado si se trataba de derecho vigente o de derecho derogado, o si la normativa a la que hacían referencia es de derecho español o de un país latinoamericano.
Por tanto, resulta necesario formar estudiantes sólidos, bien preparados y capaces de controlar y filtrar la información que se encuentra a su disposición en internet o en bases de datos electrónicas y demás fuentes de información, que sean capaces de realizar un análisis y juicio crítico de toda la información disponible tanto dentro como fuera de la red, y que sean capaces de escribir y documentar con meridiana coherencia trabajos de investigación propios.
Del mismo modo, las exigencias del llamado Plan Bolonia y las derivadas de un mejor aprovechamiento de todas las posibilidades que ofrecen las redes de comunicación son mucho mayores si se posee un pleno dominio de lenguas propias y extranjeras, lo que también obliga a replantearse la política educativa lingüística que hasta ahora se ha llevado, donde el idioma extranjero se ha estudiado desde una perspectiva sintáctica y no como un instrumento de comunicación, lo que genera estudiantes que conocen al dedillo las reglas gramaticales pero que son incapaces de mantener una conversación medianamente coherente y fluida, o realizar un simple escrito sobre aspectos cotidianos en dicha lengua extranjera. Esa carencia, que esperamos que se corrija en breve, se ha puesto de manifiesto con el intento bienintencionado de que alguna de las asignaturas de la Enseñanza Secundaria se impartiesen en inglés, al igual que ocurre con otras que se imparten en valenciano, y que, más allá de las reacciones que ha suscitado en la educación pública por la falta de profesorado cualificado para ello, creo que muestran un camino acertado que necesariamente se deberá recorrer.